En Gran Bretaña, la figura del criador cobra mayor importancia, y es que no se limita a simplemente ganar en Grupos y Exposiciones, sino en ponerle el sello particular al momento de criar y exponer los “productos”, haciendo de los principios de la buena crianza, un elemento clave.
En torno al tema, figura un nombre: Raymond Oppenhaimer, a continuación la razón.
¿Quién fue Raymond Oppenhaimer?
Partiendo del concepto del criador como sostén de la afición, el desaparecido Raymond Oppenhaimer figura entre los más exitosos y eruditos en el mundo de la cría de perros de raza, y es que atendiendo a la importancia de los principios de la buena crianza, su Ormandy Kennel goza de reputación internacional gracias a sus sobresalientes Bull Terriers.
¿Cuál es la importancia de los principios de Oppenhaimer en la crianza canina?
Si bien los “Veinte Principios Básicos de la Crianza” que el criador escribiera estaban destinados a la raza Bull Terrier en concreto, en la actualidad se aplican a otras razas debido a lo certeros e interesantes que resultan.
Si bien es sencillo encontrarlos especificados en cualquier web, básicamente se resumen de la siguiente forma:
Atención al outcross y linebreeding:
Indistintamente de la raza, el insensato uso del outcrross puede causar tanto problema como hacer linebreeding solo por hacerlo; la razón de ello se explica de la siguiente manera.
Mientras que usar el primero con cordura aporta valor en lugar de arriesgarse a agregar grandes faltas, el desequilibrio en el segundo conlleva a dos grandes escenarios: grandes éxitos con tipos complementarios, ir directo al desastre inminente con inapropiados.

La confianza puede ser el enemigo:
En la crianza canina es tan erróneo dejarse llevar por lo que opinan los terceros, como confiarse de que un hermano o hermana del Gran Campeón es igual de bueno como él para criar.
De acuerdo a Oppenhaimer sólo merecerán consideración las opiniones de quienes las demostraron con resultados, el resto de los consejos deberán ser desechados, sobre todo, si proviene de personas que siempre ha sido desafortunada en la cría.
Por otra parte, habrá que recordar la regla “para cada uno que vale, hay cientos que no” ¿Qué quiere decir esto? simple, no confiarse de la creencia popular el hecho de estar de cara al Gran Campeón, no implica que su hermano o hermana comparta sus dotes para criarse, todo dependerá siempre de cada animal.
Ser realista:
Aunque es posible el autoengaño, son mínimas las posibilidades de que funcione ante un Juez; pese a ser difícil, el buen criador no puede perder la objetividad, tiene que ser realista y evitar darle a sus perros virtudes con las que sencillamente no cuenta, esto sólo lo conducirá al fracaso.
Del mismo modo, es errónea la crianza de ejemplares mediocres, no hay virtud que valga si su presencia se justifica por la ausencia de una falta, al momento de cuantificar la calidad de un ejemplar, no existen puntos intermedios.
Ni la progenie lo dice todo, ni es válido el cruce en línea de dos perros en simultáneo:
Quienes tienen experiencia en la crianza canina reconocen que hasta los Sementales, producen ocasionalmente “basura” de ahí que restarle mérito a un semental por su peor progenie, es tan equivocado como intentar cruzar en línea a dos perros al mismo tiempo, esta acción acarrea un único resultado, terminar por no hacerlo a ninguno.
En la cría de perros no hay espacio para el sentimentalismo:
Pese a que criar perros es un compromiso que debe asumirse con responsabilidad, dedicación y entrega, Oppenhaimer enfatiza la importancia de hacer caso omiso de los sentimientos personales, en especial, al momento de escoger un Semental.
Indiferentemente de quien lo tenga o sea el dueño, el perro correcto para una hembra lo es y punto.
Anudado un poco al punto de la objetividad, será imperioso que los sentimientos de admiración terminen por cegar el juicio; las faltas de un Semental no deben taparse por lo admirable que resulte, quienes lo han hecho, más temprano que tarde, se convierten en víctimas de auto envenenamiento.
La perfección simplemente no existe:
Tratar de encontrar el perro perfecto para una perra es misión imposible, tan simple porque el perro perfecto – o hembra – no existe, no existió, ni existirá jamás. Indiferentemente del ejemplar – e incluso de la raza – es el perro completo lo que cuenta, quienes olvidan una virtud mientras buscan otra, suelen pagar un elevado precio por su decisión.
Claro, esto no implica que sea buena idea aparear animales con la misma falta, ni tampoco que sea inadecuado criar animales de faltas obvias, siempre que sus virtudes las compensen, a fin de cuentas la mayor falta de todas, es la carencia de virtudes.
Cualquiera de los dos escenarios, es una vía rápida a crearse problemas que conviene evitar.
Educarse y valorar el conocimiento de criadores experimentados:
El hecho de recomendarse no dejarse llevar por la opinión de terceros, no implica que sea incorrecto pedir explicaciones a los criadores exitosos, todo lo contrario la habilidad que estos profesionales tienen para reconocer el tipo sólo con verlos, es su mayor don y aspecto elemental, al momento de aparear tipos no complementarios.
Crear una fórmula propia para el éxito:
El equilibrio de la sustancia y la calidad es indispensable, incluso, cualquier novato puede criar una sin la otra, el problema serán los resultados.
En este sentido, Oppenhaimer es claro, sustancia más calidad tiene que ser una de las principales premisas o aspiraciones del criador, lo mismo que recordar la necesidad de preservar la calidad Superior para que no se esfume.
Cuando se habla de Bull Terrier el segundo mejor no es suficiente:
Tan simple como decir que quien se considere un buen criador de la raza, jamás se conformará con el segundo mejor, únicamente estará satisfecho con lo mejor de lo mejor; una de las formas de alcanzar el objetivo es valorar una gran cabeza más “soundness”, rasgo distintivo del Bull Terrier.
Finalmente, los principios de Oppenhaimer invitan a no intentar desacreditar a un gran Bull Terrier (Staffy), si bien la belleza no es algo que perdure para siempre, debe ser causa de orgullo y placer estético para quienes verdaderamente aman la raza.

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